La concentración no depende de lo que haces, si no de tí
Resulta curioso que cuando nos damos cuenta de que nuestra productividad personal no es tan buena como nos gustaría, lo primero que hacemos es buscar nuevos sistemas, métodos o aplicaciones que nos ayuden a estar mejor organizados. Instintivamente, echamos balones fuera: “Si no soy productivo es porque las herramientas que utilizo no encajan bien conmigo”.
Pero la productividad personal es una cuestión de hábitos y eso quiere decir que, en esta película, el actor principal eres tú. Incluso teniendo unos hábitos organizativos adecuados y utilizando herramientas que te sirvan y te gusten, siempre va a haber momentos en que no serás especialmente productivo. Pueden ser momentos puntuales en el día, o una sucesión de varios días.
Es inútil pretender implementar algo si tú mismo no funcionas. Por mucho que tengas el mejor sistema del mundo para ser productivo, si tu lugar de trabajo, concentración o energía y pasión por hacer las cosas no funciona, ESTÁS JODIDO. No puedes implementar buenos hábitos si no has eliminado los malos primero.
Ejemplo
¿Verdad que cuando quieres empezar a comer saludable, lo primero que haces es eliminar los alimentos ultraprocesados? Pues esto es lo mismo. ¿De qué te serviría comer todos los días frutas y verduras, si sigues comiendo los mismos dulces de siempre? No tiene ningún sentido. Pues con la productividad es lo mismo. Primero debes identificar lo malo que haces, haciendo una reflexión sobre lo que quieres hacer y el cómo.
SUGERENCIA: Artículo- La importancia de ser productivo
No puedes implementar los buenos hábitos si no has eliminado los malos primero
Iniciativa Emprendedores
En estos casos el problema suele ser una cuestión de atención (o de foco, como se suele decir últimamente por culpa del anglicismo focus). Porque, seamos claros, mantener la atención en la tarea que estás realizando es fundamental para poder tacharla en tu lista de acciones pendientes. De hecho, es infinitamente más importante que la metodología organizativa que utilices, el software sobre el que te apoyes, o la infinidad de trucos productivos que emplees a lo largo del día para ganarle algo de tiempo al reloj. Sin la atención no progresas, y sin progreso eficaz, no haces un buen trabajo.
Al final, quieras o no, hay que hacer las cosas. Es difícil rendir siempre al máximo en cualquier disciplina, pero si eres capaz de gestionar bien tu atención y estar focalizado, volver a la senda de la productividad después de un pequeño bache será pan comido.
Lo primero que tienes que saber es que tu atención, tu capacidad de mantenerte concentrado en una tarea intelectual o creativa, es un recurso escaso que se agota. Por lo tanto, después de un periodo largo de concentración es conveniente un periodo más corto de “desconcentración”, es decir, un periodo en el que dejas descansar ese recurso para que recupere su capacidad inicial (como si de recargar la batería de un móvil se tratara).
Tú sabes en qué nivel se encuentra tu atención. Cuando se agote, en vez de continuar trabajando (lo que puede ser muy frustrante), debes intentar recuperarla desconectando: Tómate un descanso, duerme la siesta, da un buen paseo, conversa con alguien, relájate escuchando música, dibuja, lee un libro… lo que sea.
Este video incluye como una masterclass de productividad que habla muy bien sobre éste ejemplo y sistema con ejemplo de sus propios alumnos.
La falta de sueño afecta a tu nivel de estrés y productividad. El descanso y dormir bien es esencial para tener un día productivo. Cuando duermes, tu capacidad de atención se recarga. Con un buen descanso, esta carga estará al máximo; por eso se recomienda hacer las tareas que requieren una mayor concentración al principio del día. Piensa también que si estás con la reserva llena y no las utilizas, se irá perdiendo poco a poco, desaprovechada.
Personalmente, encuentro que realizar ejercicio físico es probablemente la mejor manera de eliminar estrés y mantener una elevada capacidad de concentración. También existen estudios que sugieren una correlación entre el ejercicio físico y la productividad. (ESTUDIO)
Según Daniel Goleman, el vínculo entre atención y excelencia se halla detrás de casi todos nuestros logros. Tu capacidad de atención es un gran activo y una habilidad que te conviene desarrollar al máximo, no solo para ser más productivo, sino para hacer las cosas mejor, alcanzar tus metas y mantener unas relaciones interpersonales saludables.